morbo

No es sano. Yo sé que no es sano. Y sin embargo, no puedo evitarlo. Me puede la curiosidad morbosa. Luego pasa lo que pasa. Cuando veo sus manos (de él, de mi él) sobre su cuerpo (de ella) me siento absurdamente celosa del pasado que fue suyo y solo suyo (de ellos, sin mí). Y cuando leo historias que podrían ser sobre su tristeza (de ella) me siento bien. Y todo el tiempo ando rastreando su presencia (de él) en sus cosas (las de ella). Y todo el tiempo comparo y comparo. Y cuando veo su cuerpo (el increíble, blanco, magnífico cuerpo de ella), me siento fea. Pero cuando veo su rostro me siento hermosa. Y sus manos sobre su cuerpo vienen una y otra vez a mi cabeza.

Él se despreocupa de sus cosas, las que quedan de los años pasados; están todas en bolsas apiladas en el desván. No subo mucho al desván. Pero algunas veces, cuando subo, no puedo evitar husmear. Me siento sucia y traidora. No, sucia e indiscreta. No. Tampoco es eso. No sé cómo me siento. Me siento mal.

Me pregunto si es tan guay como parece. Si es una persona increíble y por qué, entonces, terminó su relación. Me gustaría conocer todos los detalles, ver todas sus intimidades, estar allí con ellos como un testigo invisible.

Me pregunto también cómo será su versión de los hechos (Ahí están sus manos sobre su cintura, alrededor del ombligo. Joder, es una foto tan bonita.) Tengo celos de ella. ¡No la conozco! Pero es igual, la imaginación es un arma peligrosa (Me da mucha rabia que se llame como yo. Me hace echar de menos cosas que nunca tuve y cosas que realmente no me importan.) Es absolutamente enfermizo.

Y a él no le gustaría saberlo. (Y a mí tampoco.)

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